lunes, 16 de febrero de 2015

MINI BROOKLYN BLACKOUT CAKE



Y el mismo virus, u otro parecido, volvió a tumbarme. Ni el caldo de pollo, ni las croquetas, ni las toneladas de vitamina C en forma de ensaladas y zumos han sido capaces de echarlo, no. ¿Qué me queda entonces aparte de quejarme por los rincones? Pues una idea genial. Si el virus de la gripe se muestra inmune a la alimentación sana, entonces voy a sepultarlo bajo toneladas de chocolate. Porque esa cosa peludita que ves en la foto no es nada más y nada menos que un delicioso pastel hecho con capas de bizcocho de chocolate, un pudding espeso de chocolate entre las capas de bizcocho y migas del bizcocho para decorarlo. De verdad que con esto no va a poder je, je.

Si traducimos el nombre del pastel no te va a decir nada de nada: pastel del apagón de Brooklyn. Nada ¿verdad? Este pastel nació en una pastelería muy conocida y ya desparecida de este barrio neoyorquino. Este dulce en cuestión tiene ya sus añitos puesto que el nombre le viene por los apagones que sufría este barrio, durante la II Guerra Mundial, cada vez que una fragata abandonaba la bahía de Brooklyn.

No es difícil de hacer, el resultado es sensacional, pero se necesita un poco de paciencia porque hay que dejar que tanto el pudding como el pastel ya acabado reposen en la nevera.

Empezamos con el pudding y para ello necesitamos:

35 gr de Maizena
300 ml de leche
150 gr de azúcar
1/2 cucharada de golden syrup
50 gr de cacao en polvo
1/2 cucharadita de extracto de vainilla
50 gr de mantequilla en dados






Con estos ingredientes tienes suficiente para rellenar o cubrir estos mini Brooklyn blackout cakes que ves en las fotos. Si vas a hacer un pastel grande quizás tengas que doblar las cantidades. De todas maneras te diré que el pudding, así solo, a cucharadas, está buenísimo y que en casa lo estamos tomando con un bizcocho simple de limón como si fuera Nutella.

Mezclamos la Maizena con un tercio de la leche hasta que se  haya disuelto. Reservamos.

Vertemos el resto de la leche en un cazo junto con el azúcar, golden syrup y cacao. Llevamos a ebullición sin dejar de remover hasta que todos los ingredientes estén bien mezclados. Retiramos del fuego. Añadimos el resto de la leche reservada y volvemos a hervir, sin dejar de remover, hasta que notemos que empieza a espesar y que  tenemos unas natillas un tanto espesas. Retiramos del fuego e incorporamos la mantequilla y extracto de vainilla. Removemos hasta que la mantequilla se haya derretido. Cubrimos con papel film, dejamos enfriar y llevamos a la nevera mejor una noche entera.

Nos ponemos con el bizcocho y para ello necesitamos:

180 gr de mantequilla
300 gr de azúcar
3 huevos
1 cucharadita de extracto de vainilla
50 gr de cacao en polvo
1 cucharadita de levadura
1 cucharadita de bicarbonato
280 gr de harina
200 ml de leche





Precalentamos el horno a 190º y engrasamos los dos moldes de 20 cm que vamos a usar.

Con la ayuda de un robot de cocina batimos la mantequilla con el azúcar, añadimos los huevos uno a uno y seguimos batiendo. Incorporamos el extracto de vainilla y los ingredientes secos, previamente tamizados, poco a poco. Finalmente vertemos la leche.
Repartimos la masa entre los dos moldes y dejamos en el horno 35-40 minutos o hasta que al pincharlos con un palillo este salga limpio. Dejamos enfriar completamente antes de montar el pastel.

Una vez frío puedes cortar cada bizcocho en dos planchas con un cuchillo de sierra de tal manera que al final tendrás cuatro. Una de ellas la haremos migas para decorar el pastel.

Yo usé aros pequeños de emplatar para hacer estos mini pasteles y corté los bizcochos con ellos.

En el plato o cake stand en el que vayas a presentar el pastel, ponemos una primera plancha de bizcocho sobre la que vamos a repartir una capa de nuestro pudding de chocolate. Encima ponemos otra plancha, repartimos más pudding, la otra plancha de bizcocho y finalmente cubrimos todo el pastel con más pudding. Rápidamente espolvoreamos todo la parte de arriba y los laterales con las migas del bizcocho. Y finalmente llevamos a la nevera un par de horas para que se asiente.

Lo sacamos 15 minutos antes de servir y prepárate para oír "¡Mmmm, qué bueno!".




jueves, 5 de febrero de 2015

CROQUETAS DE JAMÓN DE ALBERTO CHICOTE



Han tenido que pasar 320 recetas por este blog para que publicara ¡las primeras croquetas! Pensarás que no soy muy de croquetas con toda la razón del mundo pero de lo que no soy es de fritos. Me dan una pereza tremenda y por eso no hago croquetas pero si me las dan hechas no puedo resistirme a esas pequeñas porciones de masa, que tienen como ingrediente principal a la bechamel y que en este caso llevan jamón. Estaría loca si las rechazara.

Esta receta en concreto es de Alberto Chicote, cocinero presentador de programas como Pesadilla en la cocina y Top Chef. He de confesar que no he conseguido ver ninguno de sus programas enteros porque suelen acabar muy tarde y me tengo que levantar temprano. Pero los comentarios que hace no tienen desperdicio y parece que es muy natural. Volviendo a sus croquetas te diré que lo primero que me sorprendió al ver su receta fue que cuece un hueso de jamón primero en la leche y nata. Lo segundo que me llamó la atención fue eso precisamente, la nata. Yo las he hecho siempre con leche pero nunca mezclando leche y nata. ¿Me ha gustado el cambio?, te preguntarás. Me ha encantado porque queda una masa suave, muy suave. Desde luego hemos adoptado la receta en esta casa.

Ingredientes:

1 litro de leche
1/2 litro de nata
125 gr de cebolla
60 gr de aceite
80 gr de mantequilla
150 gr de jamón
140 gr de harina
hueso de jamón
huevo
pan rallado
nuez moscada




He modificado las cantidades y aún así creo que me han salido entre 40-45 croquetas. Empecé contándolas mientras las enharinaba, pasaba por huevo y finalmente pan rallado pero llegó un momento en el que perdí la cuenta.

En una cazuela ponemos el hueso de jamón junto con la leche y nata. Calentamos y dejamos que hierva a fuego suave durante 20 minutos. Retiramos el hueso de jamón.

Mientras, en otra cazuela, rehogamos la cebolla muy picada en la mantequilla y aceite. Cuando la cebolla esté bien hecha añadimos el jamón picado y finalmente la harina. Es importante que la harina quede bien rehogada para que pierda ese sabor a crudo que nos encontraremos si no está tostada. Y os aseguro que es un sabor desagradable.




Vertemos la leche caliente removiendo sin parar y cuando ya hayamos añadido toda la leche y la masa esté fina, dejamos que cueza unos 10 minutos. Ahora es el momento de añadir sal y nuez moscada. Ya sabes que el jamón es salado y si  añadimos sal con demasiada alegría antes nos podemos encontrar unas croquetas muy saladas.




Dejamos que la masa enfrie en una bandeja y después la llevamos a la nevera, o al congelador una media hora si tenemos mucha prisa. Una vez fría vamos haciendo bolas con porciones de la masa. Las pasamos por harina, huevo batido y pan rallado. Ya solo nos queda freirías en abundante aceite muy caliente hasta que estén doradas. Las sacamos y dejamos reposar sobre papel absorbente para que pierdan el exceso de grasa y... a comer.

lunes, 2 de febrero de 2015

AVGOLEMONO



Buff! Empecé a redactar esta entrada la semana pasada y allí quedó olvidada. Bueno, olvidada del todo no, que de vez en cuando Pepito Grillo se me aparecía y me recordaba que tenía que ponerme a ello, que no se podía quedar así y que ya iba siendo hora de que tomara las riendas del blog de una vez por todas. Ya he incumplido tropecientos propósitos para este año, incluida la constancia en la publicación. Pero apareció el virus para trastocarlo todo porque al tiempo que te pasas hecha un guiñapo tienes que añadirle el tiempo que tardas en ponerte al día en todo: en casa se acumulan las tareas incluida una torre de grandes dimensiones de ropa para planchar y en el trabajo todo parece raro y como si estuviera fuera de lugar.

Si hay algo que no falta en mi congelador nada más empezar el frío, son botes y botes de caldo. Ese oro líquido que nos entona, arregla el cuerpo y hace que el sol vuelva a salir. Claro, que eso lo dice una sopera empedernida que puede tomar sopa de primer plato tooooodos los días. No me importa, de verdad que no. Bueno, ahí estaban mis botes para ayudarme en la lucha contra el maldito intruso y de paso preparar esta deliciosa y reconfortante sopa de origen griego.

Y, como con toda buena sopa que se precie, vamos a empezar a preparar un excelente caldo de pollo.
Para ello necesitamos:

1/2 pollo
1 zanahoria
1 nabo
1 puerro
1 rama de apio

Hacer un caldo no tiene mucho misterio, por no decir ninguno. Se trata de poner los ingredientes en una olla cubriéndolos de agua. La verdad es que no tengo ingredientes fijos a la hora de hacer un caldo de pollo más allá del pollo, claro, que es obligatorio. El que añada unas verduras u otras depende de las que tenga por la nevera siempre que estén frescas, claro. Las que están feúchas van directas a las cremas.




Habíamos cubierto los ingredientes con agua fría y habíamos salado ¿no? Ahora hay que dejar que todo cueza destapado unos 30 minutos para ir quitando esa espuma que sube a la superficie y que son impurezas que hay que retirar con paciencia. Una vez que veamos que ya no hay espuma cerramos la olla para que cueza durante 30 minutos más o menos. Esperamos que la olla se enfríe y retiramos las verduras y el pollo. Al final de la receta te voy a dar alguna que otra sugerencia para que aproveches el pollo si no quieres añadirlo al final, que es otra opción.

Ya tenemos el caldo. Si no lo vas a usar todo puedes verterlo en botes y congelarlo. ¿Te imaginas volver un día cansada del trabajo sin saber qué preparar para comer o cenar y acordarte de esos botes salvadores esperando en el congelador?





Vierte 1,5 litros de caldo en una cazuela y añade unos 80-100 gr de arroz para cuatro personas. Deja que cueza el arroz durante 15 minutos.
Una vez pasado este tiempo bate dos huevos y añade el zumo de uno o dos limones, depende de lo mucho o poco que te guste el ácido. En mi caso, dos limones. Ahora empieza a añadir el caldo de la sopa a los huevos batidos  poco a poco sin dejar de remover para que no se cuajen. Sigue añadiendo caldo hasta que los huevos se hayan diluido en el caldo. Vierte todo en la cazuela, da unas vueltas y sirve rápidamente.
Como te comenté antes puedes añadir el pollo picado o guardarlo para hacer unas croquetas, este risotto de pollo y aceite de trufa o un sandwich de pollo al curry con manzana y apio.

Fuente: Falling Cloudberries, Tessa Kiros.